Isabel Bishop (Cincinnaty, 1902 - New York 1988) nace en una acomodada y culta familia de la Costa Este. Su padre es profesor de lenguas clásicas y su madre aspirante a escritora y militante sufragista, un hogar sensible a las inclinaciones artísticas de la joven, quien ya a los doce años acude los fines de semana a clases de dibujo del natural en la John Wickert Art School de Detroit, ciudad a la que la familia se había mudado por aquellos años.
A los dieciséis años se marcha a Nueva York para seguir con su formación artística, allí comienza estudiando en la New York School for Applied Design for Women, ya que quiere ser ilustradora, mas pronto se pasa a la pintura y prosigue su formación en la Art Students League, donde permanece al menos cuatro años. Allí recibe la influencia de pintores como Guy Pène du Bois o Kenneth Hayes Miller de los que aprende una técnica realista que tiene sus antecedentes cercanos en la pintura realista francesa del XIX, pero que se inspira también en los maestros del barroco holandés.Estas influencias que acabo de mencionar Isabel las profundiza en el curso de sus viajes a Europa, donde entra en contacto con Rembrandt y la pintura holandesa del XVII o con la obra de Daumier.
Mujer perteneciente a un ambiente social convencional, en 1934 se casa con un prestigioso neurólogo y ahí podrían haber acabado sepultadas sus ambiciones artísticas. Sin embargo compatibilizará su labor de esposa y madre de familia con su trabajo como pintora, manteniendo su estudio próximo a Union Square y la calle 14 hasta 1984. Esta zona de la ciudad tiene lo que la pintora necesita para su inspiración, es una zona donde puede contemplarse el bullicio de la ciudad, los hombres y mujeres que van y vienen de sus trabajos o que toman algo en los puestos de comida callejeros, una zona concurrida y vibrante que permite a la artista captar esos momentos fugaces.
Sus pinturas son a menudo instantáneas de escenas entrevistas al paso, gestos cotidianos, como el de la mujer que acaba de pintarse los labios y mira sus dientes por si están manchados del pintalabios, la mirada cruzada de las dos chicas que conversan sobre cualquier cotilleo banal, la pareja dormida que podría ser la del asiento de enfrente en el vagón del metro, la chica que habla confiada con un hombre en una esquina, la que se quita el abrigo al llegar a casa, las dos compañeras que pican algo rápido a mediodía en una pausa del trabajo, la gente que pasea, que está simplemente en la calle, los mendigos, los limpiabotas, el que lee tranquilamente el periódico, todos esos gestos y acciones, movimientos y escenas que de puro cotidianos nos resultan invisibles.
Ese mundo agitado y banal, pero profundamente humano en su discurrir indiferente, casi automático, esa vida cotidiana de la gran ciudad es lo que Isabel Bishop ha querido retratar; fijar lo fugaz, el momento que huye en el mismo momento que quiere desvanecerse ante nuestros ojos. La artista lo atrapa con una pintura precisa y ligera, densa o transparente cuando es preciso, con un tono ambarino que nos recuerda mucho a Rembrandt, pero con un dibujo nervioso y un punto satírico que es más de Daumier.
Se ha puesto a su arte la etiqueta de "arte social". Si es por lo de que pinta a la sociedad pase, pero no detecto una intención crítica o satírica, más bien es una mirada encariñada con el género humano, con el género humano femenino. Sí, la pintura de Isabel Bishop es una mirada femenina. Si alguien me hubiese preguntado si creía que existiera una mirada específicamente femenina en el arte, antes de conocer a esta pintora hubiese negado que tal cosa existiera; la obra de Bishop me ha convencido de que sí existe un modo de mirar femenino que repara en hechos, en acciones, en gestos, que un hombre con toda probabilidad, si los abordara, caso de percibirlos, lo haría de un modo muy diferente. No sabría explicar mucho más esto último que estoy afirmando, para mí es simplemente una evidencia.
Algún crítico enfático ha afirmado que Isabel Bishop es la mejor pintora de América, aunque odio esa clase de competiciones y ránkings, no estoy lejos de pensar que quien lo dijo tenía muchas y buenas razones para hacerlo, les dejo pues disfrutar de su bellísima obra seguro de que me darán la razón.
Isabel Bishop. Two Girls, 1935.
Isabel Bishop. Two Gils with a Book, 1938.
Isabel Bishop. Double Date Delayed, 1948.
Isabel Bishop. At the Tube.
Isabel Bishop. Two of Us.
Isabel Bishop. Tidying Up, 1941.
Isabel Bishop. Laughing Head, 1938.
Isabel Bishop. Female Head, 1935.
Isabel Bishop. Female Head.
Isabel Bishop. Nude n. 2, 1958.
Isabel Bishop. Nude Bending, 1949.
Isabel Bishop. Nude, 1934.
Isabel Bishop. Nude.
Isabel Bishop. Alice Neel.
Isabel Bishop. Encounter, 1940.
Isabel Bishop. Lunch Counter, 1940.
Isabel Bishop. Bootblack, 1933-34.
Isabel Bishop, Fourteenth Street, 1932.
Isabel Bishop. Forgotten Men.
Isabel Bishop. Union Square, 1931.
Isabel Bishop. Virgil and Dante in Union Square, 1932.