Hay un célebre pasaje en el Antiguo Testamento en el que el profeta Ezequiel tiene una visión, entre terrorífica y esperanzada, donde contempla un vasto campo de huesos secos y es testigo de cómo, por obra de la palabra de Dios y a través de su don profético, estos huesos muertos resucitan. Esta visión de profundo significado religioso ha inspirado a algunos artistas, como el autor del grabado que ilustra esta entrada. Dado que la imagen es ilustración del texto a que me he referido, me gustaría citarlo:
"Fue sobre mí la mano de Yavé, y llevóme Yavé fuera y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos. Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente secos. Y me dijo: Hijo de hombre ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor, Yavé, tú lo sabes. Y él me dijo: Hijo de hombre, profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yavé. Así dice el señor, Yavé, a estos huesos: Voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis, y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yavé.
Entonces profeticé yo como me mandaba, y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu. Díjome entonces: Profetiza el espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé: Ven ¡oh espíritu!, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, y vivirán. Profeticé yo como se me mandaba, y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejercito grande en extremo."
Ezequiel, 37, 1-14.
Giorgio Ghisi (Mantua 1520-1582), 1554. Grabado a partir de una pintura de Giovanni Battista Bertani (Mantua 1516-1576). Metropolitan Museum of Art, New York.