Hay asociaciones que se establecen en la mente por algún motivo que se nos escapa, éste es el caso de la asociación que da origen a esta entrada. Hay un poema de la escritora portuguesa Sophia de Mello Breyner-Andresen, que siempre me ha gustado mucho, aunque no sea realmente capaz de explicar por qué, quizás porque expresa una ambigüedad, la princesa elegante y bella pero sin destino, ese desperdiciar de gente para llegar a ese punto de perfección, esa perfección como un término, un final baldío, no sé. Explicar el elemento connotativo de una obra de arte no tiene gracia.
El caso es que, buscando una imagen que pudiera ilustrar de algún modo el texto y vistos muchos retratos de princesas, conocidas y desconocidas, me parecía que todas eran siempre demasiado reales, unas chicas de rancia alcurnia, no siempre demasiado guapas ni demasiado elegantes bajo sus pomposas vestimentas. Por una de esas asociaciones mentales de las que antes hablaba, me vino a la memoria una fotografía de la reina Doña Victoria Eugenia de Battenberg, de cuando vino a España al bautizo de uno de sus nietos, no recuerdo cuál, se me ocurrió buscar retratos suyos y encontré éste, de un pintor a la moda de aquellos años, un tal Bernhardt Österman, que pertenece a la colección del Museo del Prado, pero que nunca, que yo sepa, se ha expuesto allí, aunque puede que me equivoque, al menos yo no recuerdo haberlo visto nunca. No pretendo afirmar que la reina Doña Victoria Eugenia haya sido una princesa como la del poema, seguramente fue mucho más que eso, nieta de la reina Victoria y bisabuela de nuestro actual rey, no tuvo una vida ni fácil ni demasiado feliz. En todo caso aquí están, unidos por una caprichosa asociación, poema y pintura, pintura y poema.
RETRATO DE UNA PRINCESA DESCONOCIDA
Para que ella tuviese un cuello tan fino
Para que sus muñecas tuviesen un quebrar de tallo
Para que sus ojos fuesen tan frontales y limpios
Para que su espalda anduviese tan derecha
Y ella llevase la cabeza tan erguida
Con una tan simple claridad sobre la testa
Fueron necesarias sucesivas generaciones de esclavos
De cuerpo doblado y gruesas manos pacientes
Sirviendo a sucesivas generaciones de príncipes
Aún un poco toscos y groseros
Ávidos crueles fraudulentos
Fue un inmenso desperdiciar de gente
Para que ella fuese aquella perfección
Solitaria exiliada sin destino
Bernhardt Österman, 1927. S.M. Dª Victoria Eugenia de Battenberg. Colección del Museo Nacional del Prado, Madrid.