En 1700 comienza el reinado de Felipe V, el primer rey Borbón de España y el reinado más largo de la historia de nuestro país, 46 años interrumpidos tan sólo por el brevísimo intervalo del reinado (229 días) de su hijo Luis I. Un rey nuevo, extranjero (nunca hablará más que francés) llega a tomar posesión de sus reinos con 17 años y fue y sigue siendo uno de los reyes más controvertidos de nuestra historia. Ninguno como él ha sido objeto de juicios tan contradictorios, tanto en su época como en la nuestra. Todavía hoy, según qué visión de España se tenga, es usual alabar o denostar al primer borbón para fijar posiciones.
Persona siempre huidiza, es juzgada por los comentarios de sus contemporáneos siempre desde lejos, bien como un ser abúlico, dominado por sus mujeres, melancólico, loco, bien como "el animoso", valiente guerrero, reformador, piadoso, culto. El rey es poco comunicativo desde los comienzos, luego su enfermedad depresiva lo recluirá aún más en sí mismo, finalmente sus temporadas, largas, de enajenamiento mental y sus horarios nocturnos le mantendrán apartado por completo de la vista pública.
Sin embargo, en parte por haber sido el reinado más largo de nuestra historia, en parte por haber comenzado una nueva dinastía, en parte por el esfuerzo propagandístico tras la Guerra de Sucesión, el caso es que ha sido seguramente el rey más retratado de la historia de España. Felipe V no tuvo para esto la suerte de haber contado con ningún Velázquez o ningún Goya a su servicio; sus retratistas, si no mediocres, que los hay y muchos, lo mejor que se puede decir de ellos es que son medianos, buenos artesanos de lo suyo. Todos estos pintores nos han dejado una amplísima colección de rostros que, cuanto más los vemos, menos nos permiten conocer a la persona ¿Ineptitud? ¿Idealización propagandística? El rey no parece haber tenido aquellos rasgos tan característicos de los Habsburgos, sus antepasados, el caso es que Felipe V parece seguir queriendo escabullirse y desaparacer tras la máscara de todos esos reflejos.
Llega un rey nuevo y hay que pintar un montón de nuevos retratos que irán a presidir las audiencias provinciales, las capitanías, los gobiernos civiles, retratos que se mandan a embajadas o cortes extranjeras, que se encargan por miembros de la nobleza, que llegan a cada rincón del país donde haya una institución oficial. Todo ese inmenso trabajo había que hacerlo a mano: el pintor, o los pintores, de cámara tenían la misión de elaborar esos retratos, o al menos sus prototipos, que luego serían copiados por otros pintores más mediocres conforme bajaba el escalafón. Los pintores de cámara también debían supevisar estas copias para verificar unos mínimos de calidad y controlar que mantuviesen unos estándares de decoro y que sirviesen a los propósitos propagandísticos del nuevo régimen. Muchísimo trabajo, y más si, como sucedía con Felipe V, el rey, o no estaba casi nunca a mano porque estaba en la guerra, o no podía posar porque estaba apartado del público por su enfemedad. Los pintores no tenían un modelo que posara como tuvo Velázquez, tenían literalmente que inventarse el retrato del rey, para eso eran unos artistas profesionales, para crear.
Vamos por orden, Felipe de Borbón, Duque de Anjou, segundo hijo del Delfín de Francia, se había criado en Versalles y formado allí sus gustos estéticos. En 1700, nada más ser nombrado rey en el testamento de Carlos II, su abuelo Luis XIV encarga a Hyacinthe Rigaud un retrato del que se harán numerosas réplicas, una de las cuales, la del Prado, será durante mucho tiempo el único retrato de sí mismo que le guste a Felipe. En Versalles igualmente debió pintarse el pastel de Joseph Vivien, un pintor a la moda de la Carriera. El rey seguirá pidiendo a su abuelo desde Madrid que le mande pintores franceses, pues no le gusta el estilo de los españoles, así llega Jean Ranc, discípulo de Rigaud, quien patentará el tipo de retrato oficial que va a ser la nueva imagen de la monarquía. A éste lo sustituye Michel-Ange Houasse, contemporáneo del rey y maestro suyo de dibujo, que a Felipe le gustaba mucho. Finalmente en los últimos años del reinado, cuando ya el rey estaba tan estropeado por su enfermedad que no podía posar, y ni pensar en pintarlo tal y como estaba, llegó Louis-Michel van Loo a hacer unos bombásticos retratos que intentan apuntalar la imagen pública de la monarquía con mucha pompa y circunstancia.
Como he dicho anteriormente, al rey no le gustaban los pintores españoles. Cuando llegó a Madrid el pintor de cámara, o uno de ellos, era Antonio Palomino, quien debió durar poco en el cargo, pues no hay muchos retratos suyos del monarca. Sin embargo el pintor que sí hará una enorme cantidad de retratos reales será Miguel Jacinto Meléndez, pintor asturiano heredero de la tradición que había tenido sus últimos destellos en Carreño de Miranda y Claudio Coello y que se remontaba al propio Velázquez, e influenciado también por Van Dyck y por los italianos, a él debemos una buena cantidad de imágenes muy hemosas y afortunadamente alejadas del retrato de pompa y circunstancia que imperaba en el momento, sin por ello desmerecer la dignidad del retrato regio. De la escuela italiana cabe resaltar a Francesco Solimena, un superviviente napolitano del reinado anterior.
Otro aspecto muy interesante de las imágenes que ha generado Felipe V es el hecho de que, como también he dicho, su reinado controvertido ha sido plasmado en imágenes que, bien son de propaganda, como la que le muestra convertido en un nuevo Santiago-y-cierra-España, bien le tiene, como en el retrato de Xàtiva, castigado, colgado boca abajo, por haber incendiado la ciudad en el trascurso de la guerra y le sigue mostrando aún hoy como la bicha de los independentistas catalanes por haber sido el autor de los Decretos de Nueva Planta.
Finalmente hay en las colecciones reales un retrato que pintó su esposa Isabel de Farnesio, que quizás, por no tener ella demasiada formación artística y por sus implicaciones afectivas, podría ser la imagen más próxima que tengamos de cómo era la persona llamada Felipe de Borbón.
ESCUELA FRANCESA
Joseph Vivien, Felipe V, 1700. Pastel sobre papel
Hyacinthe Rigaud, Felipe V,1701. Chateau de Versailles.
Hyacinthe Rigaud, Felipe V, 1701. Museo Nacional del Prado
Jean Ranc, Felipe V, 1723. Museo Nacional del Prado
Jean Ranc, Felipe V a caballo, 1723. Museo Nacional del Prado
Jean Ranc, La familia de Felipe V, 1722-23. Museo Nacional del Prado
Michel-Ange Houasse, Felipe V
Louis-Michel van Loo, Felipe V, 1737-42
Louis-Michel van Loo, Felipe V a caballo, 1737. Patrimonio Nacional. Palacio de Oriente, Madrid
Louis-Michel van Loo. La familia de Felipe V, 1743. Museo Nacional del Prado
ESCUELA ESPAÑOLA
Antonio Palomino, Felipe V, 1710-20. Universidad de Salamanca
Miguel Jacinto Meléndez, Felipe V, 1701-03. Pastel sobre papel. Meadows Museum, Dallas.
Miguel Jacinto Meléndez, Felipe V, 1727. Biblioteca Nacional, Madrid
Miguel Jacinto Meléndez, Felipe V cazador, 1712. Museo Cerralbo, Madrid.
Miguel Jacinto Meléndez, Felipe V, 1716-17. Palacio de Viana, Códoba.
Miguel Jacinto Meléndez, Felipe "El animoso".
Miguel Jacinto Meléndez, retrato de los reyes Felipe de Borbón y María Luisa de Saboya
Autor desconocido, retrato de los reyes Felipe de Borbón e Isabel de Farnesio
Juan Ruiz Melgarejo, Felipe V. Museo de Bellas Artes de Murcia
Anónimo Madrileño, Felipe V. Cartuja de Miraflores, Burgos.
ESCUELA ITALIANA
Francesco Solimena, Felipe V.
Nicola Vaccari, Felipe V. Piacenza, Galleria Alberoni
Giovanni maria delle Piane, Felipe V.
PROPAGANDA Y ANTIPROPAGANDA
Anónimo, Felipe V como el Apóstol Santiago. La Paz, Bolivia.
Felipe de Silva, Felipe V, Maria Luisa de Saboya y Luis I combatiendo la herejía, 1707-12. Palacio Real de Aranjuez.
Anónimo, Felipe V. Museu de l'Almodí, Xàtiva.
EL HOMBRE EN LA INTIMIDAD
Isabel de Farnesio, retrato de su esposo Felipe de Borbón, 1721, pastel sobre papel. Palacio de La Granja de San Ildefonso, Segovia.